martes, 4 de enero de 2022

Hoja seca

 


Da lo mismo. La soledad es igual dentro que afuera cuando la esperanza es una brizna barrida por los vientos de la ausencia. Autómata existencial, voy y vengo sin contratiempos. Recorro las calles y no sé si es la fatalidad la que me lleva a casa a salvo porque, detrás de la puerta, sólo me espera el eco del silencio donde reposa mi natural hastío. Soy ingrata. Olvido a mi mascota. Su lealtad le hace aflojar sus sueños para recibirme con un entusiasmo que, como a mí, lo devora, a grandes bocados, el tiempo. Ella es la sombra que me sigue en busca de un poco de cariño. Los periódicos sin leer son el testimonio de la mínima importancia que me da lo que pasa en el mundo. Las voces de los niños, en la calle, me recuerdan el mío que murió. El infortunio se llevó la luz de mi alma y, a cambio, la cubrió con una hoja seca.  Yo, extraviada en la nada, veo la oscuridad que entra por la ventana. Mi mascota ha vuelto al universo de sus sueños. ¡Cómo ha cambiado! ¿No lo he hecho yo? Nos esperan los caminos blancos e inapelables. ¿Tendremos la suerte de cruzarlos al mismo tiempo? Entre tanto, mi corazón anda de puntillas para no despertar a los hados que puedan despejarme de mi única compañía.

Olga Cortez Barbera

 

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